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Archivo Histórico

Conservando nuestra Historia
El Archivo Histórico del Carmelo Mexicano

El archivo de los Carmelitas de México se comenzó a organizar a partir de los años 50’ del siglo XX. Apenas en 1932 se había restaurado la Provincia de San Alberto de México, una vez que los padres españoles de Aragón-Valencia dejaron de dirigir la provincia, cuya jefatura llevaron durante 11 años (1921-1932).

Actualmente tenemos quizás un 3 % de lo que fueron los archivos de las 16 casas que tuvimos en México, más el de la casa provincial, que ordinariamente estuvo en San Ángel. De éste último salieron importantes manuscritos como los de los Capítulos y Definitorios provinciales (1596-1852); la primera historia que se escribió en la Provincia; documentos relativos al Sr. Obispo Palafox y Mendoza; las circulares de la Casa General de la Congregación de España y las determinaciones de las visitas generales, que se hacían casi cada tres años de parte de España, a la que pertenecía la Provincia de México. 

Huelga ponderar la importancia que para la Historia encierran los documentos escritos: constituyen éstas su médula esencial, su base y el sostén primordial de su estructura; sin ellos, el relato del pasado reviste la Categoría de fábula, novela o ficción. Precisamente comienza la Historia, cuando los hechos se pueden fijar de una manera incontrastable en la escritura; y las cualidades de la narración histórica: autenticidad, fidelidad, verdad e integridad, no se legarían, sin apuntalar los asertos con las pruebas; es decir los documentos. De ahí, que sea de provechosa utilidad el conservarlos con cuidado, evitar su destrucción y acrecentar sus acervos.

La antigua Provincia de carmelitas descalzos de San Alberto, según dejan entrever claros indicios, tuvo bien abastecidos archivos, testimonio fehaciente de su caminar incesante en pos de los ideales que caracterizan su carisma propio, carisma forjado en los moldes teresianos y sanjuanistas. Atestiguan su paso por la Historia crecido número de manuscritos que legó a la posteridad: cada acción de su vida, cada acontecimiento prestante, cada logro y también cada falla humana, lo consignó esmeradamente en sus crónicas. Por desgracia, las tremendas convulsiones de nuestro devenir histórico, las endémicas guerras intestinas de nuestro país, ocasionaron que tanto y tan valioso tesoro, con sus guardianes diezmados, y muchas veces a salto de mata, quedara a merced de vándalos que destruyeron, dispersaron, y en el mejor de los casos, vendieron por una friolera las joyas inapreciables de nuestro pasado. Sólo nos quedaron migajas, restos del naufragio que se pudieron salvar. Por eso, quizá, esos fragmentos por pocos, deberán ser más preciados para nosotros y reclamar más nuestro cuidado y dilección por ellos.

Por las razones apuntadas, el archivo de la Provincia no cuenta con originales pertinentes a su régimen interno, debido al completo saqueo del archivo provincial de San Ángel, donde se encontraban. Las actas de los Capítulos y Definitorios Provinciales se hallan ahora, y no íntegras, en el Instituto de Antropología e Historia de México y en la Universidad de Texas. Los privilegios y decretos auténticos manuscritos provenientes de la Santa Sede, de los Capítulos y Definitorios Generales, que llegaban a Roma o España, así como los decretos auténticos se mandaba sacar copias a los Colegios de la Provincia para que circularan y fueran conocidos de todos los conventos, y esas copias son las que han llegado hasta nosotros; si bien réplicas, valiosas por su antigüedad y contenido. De los documentos que atañen a los asuntos particulares de cada convento se conservan los archivos bastante surtidos, aunque no sin merma, de Puebla, Celaya, Morelia y San Luis Potosí; en algo surtidas los del Santo Desierto, y Toluca; contamos apenas con algunos documentos de Tehuacán, Atlixco  y San Ángel; tenemos más bien noticias copiadas, que no documentos, de Orizaba, Guadalajara y Querétaro; poquísimo es lo que llegamos a saber, aun con noticias de San Joaquín, Salvatierra y San Sebastián; (México) de Oaxaca y Tehuacán, no hay nada absolutamente.

Los documentos todos de los que aquí tratamos, con su alcance y evaluación ya descree tos, proceden de la Santa Sede, de las Curias Generalicia y Provincial, de otras autoridades civiles y eclesiásticas, de los conventos, de las corporaciones anexas a éstos: Tercera Orden y Cofradías, de las monjas carmelitas, y de otras personas aje niñas con asuntos extraños a la Provincia. Entre los áureos tesoros del archivo figuran todos los que datan del Siglo XVI, el más antiguo de 1553 y aquellos que evocan y perpetúan el recuerdo de aquellos próceres de santidad y ciencia: Fr. Juan de Jesús María, padre y fundador de la Provincia; Fr. Pedro de San Hilarión, novicio y discípulo de San Juan de la Cruz; Fr. Rodrigo de San Bernardo y Fr. Alonso de Jesús primer Provincial mexicano; algunos con los autógrafos de tan insignes varones.

De los archivos casi completos de los cuatro primeros conventos que mencionamos abundan entre los documentos que clasificaríamos como de apostolado de tales conventos, las llamadas capellanías y entre los que clasificaríamos como económicos, las escrituras de censo. Tal vez no sea ocioso dedicarles a estas instituciones una breve explicación.

Las capellanías eran legados pecuniarios, generalmente testamentarios, que los fieles donaban a las comunidades religiosas o a las Cofradías para que les aplicaran determinados sufragios, en calidad de perpetuos, o para que cumplieran una devoción; mas siempre con la mira de que les aprovechara como sufragios a los donantes. Esos legados eran depositados a interés para que el capital siempre permaneciera y cuyos réditos servirían de estipendio a los sufragios. = Los censos eran capitales coloca dos a interés, puesto que en aquella época no habla bancos, con personas pudientes; comerciantes prósperos, burócratas o dueños de Haciendas, quienes hipotecaban sus bienes o sus oficios propios, y pagaban réditos por el préstamo que se llamaba “principal”. De esa manera el dinero no permanecía ocioso., beneficiando tanto al acreedor como al censatuario. Pero a veces sucedía que el negocio sobre el cual esta va depositado el censo venia a menos y el deudor se declaraba en quiebra; entonces los acreedores pedían “cartas de justicia” o “ejecución” contra el deudor, los bienes de éstos eran rematados y se hacia “concurso de acreedores”; los bienes pertenecientes a estos concursos a veces eran encomendados a un depositario; un juez graduaba el lugar que correspondía en el concurso a cada depósito de censo, según la antigüedad, cuantía o importancia del mismo. Y claro está, los primeros lugares eran los preferidos para el pago, y los últimos eran pagados si alcanzaba el precio de los bienes rematados; si no, se perdía el dinero colocado a censo.

Aquí tenemos en resumen la perspectiva general del archivo de la Provincia de San Alberto por lo que respecta a documentos, tanto de esta PRIMERA PARTE que ahora se publica, como de la segunda, que esperamos tarde menos en su publicación, por antojársenos que en ella se contienen documentos más definidos, de más fácil lectura, en el que ya se trabaja, se proyecta una ordenación cronológica y sistemática, donde se encuentren clasificados por asuntos y juntos los conexos, tanto manuscritos, impresos cortos, fotocopias, como libros y microfilms con los que cuenta el archivo provincial. Esto constituirá, a no dudarlo, un esbozo ya de Historia de la Provincia y una guía muy valiosa para los historiadores futuros de los carmelitas en México.

Quiera Dios que estos trabajos alienten a todos los hermanos de la Provincia si no a indagar personalmente, por lo menos, a prestar apoyo a cuantos laboren por el enriquecimiento de nuestro archivo, localizando y fotocopiando documentos, que alienten a nuestros jóvenes a lanzarse a rescatar del olvido las memorias de la antigua Provincia de San Alberto, con objeto, sobre todo, de aquilatar sus hechos y emular, en un relevo de superación, el seguir llevando a la práctica los ideales que inspiraron a los primeros carmelitas al venir a México.

Aprovechamos el presente trabajo de identificación de documentos para agradecer al profesor Félix Zamora el mucho tiempo y amor dedicado al mismo (que como ustedes verán reúne más datos que los exigidos por un INDICE de Archivo). Gracias a él podemos darlo ahora a la prensa. Al mismo tiempo no dejamos de recordar el cuarto de siglo durante el cual se dedicó a impartir clases a muchas generaciones que pasaron por el Colegio Preparatorio Carmelitano. A lo anterior hay que añadir los casi tres lustros durante los cuales se ha ocupado de la biblioteca Provincial de los Carmelitas.

 

Fr.  Jose de Jesús Orozco, ocd 

Responsable

jdejorozco@gmail.com

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